MATERIA SENSIBLE

La piel es lo que recubre al yo, es exactamente la línea divisoria entre nuestra compleja y misteriosa interioridad, y el complejo y misterioso mundo.

Desnudarnos es descansar. Descansar de caretas, disfraces, discursos… retirarnos la armadura y mostrar nuestra fragilidad y al mismo tiempo, aquello que nos hace únicos.

No hay atractivo en la perfección replicable, en las fórmulas infalibles; lo producido en serie va perdiendo su valor. Pero el cuerpo no es replicable, más bien cambia y se renueva de forma constante. La piel es un terreno cálido que se dibuja en función de una historia vivida.

Desnudarnos es un acto de vulneración, pero también de amor. Tanto en el ámbito de lo erótico como de lo metafórico, pues cuando nos desnudamos metafóricamente, estamos siendo honestos, auténticos y valientes.

Reconocernos en la desnudes es sabernos inermes y delicados, y por tanto interdependientes. En ese sentido, el cuerpo es también una provocación para cuestionar el individualismo que nos aísla.

El cuerpo nos pone a pensar en la provocación esencial del arte. Su representación abarca tanto el erotismo más crudo como la alegoría más inefable.

Esta muestra hace convivir técnicas plásticas tan variadas como el carbón, el textil, el alambre y la plastilina epóxica. Al mismo tiempo, tenemos obras que encuentran en los cuerpos un lenguaje para hablar sobre magia (como lo hace Pancha Rodillo), o que reflexionan sobre el cansancio que devora la vida contemporánea (como lo hace Marina Parra) o bien exploraciones de cuerpos no idealizados y el deleite de la línea que no traza moldes impuestos de belleza (como lo hace Carolina Tangassi).

Lo crudo, lo literal, lo desnudo no deja de ser un campo fértil para la representación simbólica. El cuerpo es un vocabulario infinito.